Si te pedimos que pienses cuál es el peor enemigo de nuestros oídos, lo más probable es que vengan a tu mente ideas como escuchar música a volumen muy alto, tráfico de automóviles, sonido de avión y, tal vez, envejecimiento.
Casi nadie sospecharía que unos tacos de carnitas, hamburguesas, refrescos, pan dulce o productos derivados de la leche actúen cual “Caballo de Troya”, adentrándose a nuestro organismo gracias a su apetitosa e inofensiva apariencia, y luego aprovechen el descuido para afectar desde dentro a nuestro órgano auditivo.
No es muy conocido el hecho de que las enfermedades metabólicas o que afectan la salud de las vías sanguíneas también generan problemas en el oído (otológicos), son la causa más frecuente de consulta en la especialidad de audiología (tratamiento de desórdenes auditivos)”, comenta la Dra. Alma Pesquero Romero, responsable del Gabinete de Otoneurología (estudio de problemas en el oído y sus terminales nerviosas) del Hospital Regional no. 1 Gabriel Mancera, perteneciente al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y localizado en el Distrito Federal.En este sentido, la especialista explica que “es verdad que las personas de la tercera edad tienen cierta pérdida de este sentido por vejez, ya que el oído se cansa a partir de los 50 años, y que muchos jóvenes sufren deterioro por el uso de audífonos; sin embargo, me parece que los desórdenes metabólicos son los que generan más problemas”.
Respaldada en sus más de 25 años de práctica médica y con base en las más de 30 consultas diarias que realiza, comenta que “en la actualidad vemos muchos casos de niños, jóvenes, adultos o ancianos en los que la elevación de grasas en sangre ocasionan problemas otológicos como ruidos o zumbidos en el oído (acúfenos) y disminución en la capacidad de distinguir sonidos (hipoacusia), y ello se debe a los hábitos alimenticios que llevamos”.
El ataque de las grasas
A decir de la Dra. Pasquero, el oído suele ser el primer órgano en revelarnos un padecimiento en el sistema circulatorio, siendo más frecuentes las hiperlipidemias, es decir, altos niveles de colesterol, triglicéridos (principal tipo de grasa que viaja por vías sanguíneas para dar energía o ser almacenada) o ambos.
La comida mexicana “nos ha producido colesterol alto desde hace tiempo porque comemos carnitas, chicharrón, pozole o taquitos, pero ahora lo que encontramos con más frecuencia son los niveles elevados de triglicéridos, algo que la mayoría de la gente desconoce y que se debe al consumo exagerado de leche, yogurt, fermentos de arroz, crema, mayonesa, mantequilla, chocolates, pasteles, galletas, pan dulce, jugos, cocteles de frutas, refrescos o miel”, indica a profundidad.
Así, mucha gente que persigue el objetivo de alimentarse saludablemente hace lo contrario “cuando toman jugos o licuados con 5 ó 6 frutas, al comer cocteles con crema batida, pasas, yogurt, coco o chispas de chocolate, pues nos van a aumentar los triglicéridos. Por otro lado, en televisión, revistas u otros medios de comunicación vemos que aparecen yogures nuevos, con facultades casi milagrosas, y los compramos por comodidad y publicidad, siendo que estos productos están hechos con grasas de muy baja calidad y mucha azúcar”.
Ahora bien, la especialista especifica que “la arteria auditiva interna es una de las vías sanguíneas más pequeñas del organismo; es del tamaño de un cabello e incluso se divide en dos para alimentar a las porciones del oído encargadas de escuchar y de guardar el equilibrio (vestibular).
Al tener triglicéridos y (o) colesterol muy elevados, esta vía se obstruye, de modo que antes de que se presenten problemas severos como infarto (muerte de tejido en cerebro o corazón por falta de irrigación sanguínea), vamos a encontrar manifestaciones en órgano auditivo”.
Fuente: www.saludymedicinas.com.mx