Las fracturas de la base del cráneo comportan la afectación del peñasco en un 23% de los casos con predominio en varones jóvenes).
En un 15-30% dejan secuelas otológicas (principalmente hipoacusia neurosensorial coclear). Un 80% de las fracturas son longitudinales (bilaterales en un 25%) y un 20% transversales, aunque actualmente se consideran más frecuentes las oblicuas (combinación de ambas).
Tras el politraumatismo es prioritario asegurar las funciones cardiorrespiratorias y neurológicas.
La exploración ORL debe ser inmediata, pero el tratamiento puede posponerse, salvo en caso de parálisis facial postraumática(PFP),que requiere descompresión urgente. El estado neurológico del paciente puede dificultar la anamnesis, pero la inspección del tipo de impacto sugiere el tipo de fractura (impacto lateral: fractura longitudinal; impacto frontal y occipital: fractura transversal).
La equimosis mastoidea (signo de Battle) se observa en fracturas longitudinales y oblicuas.
La exploración ORL incluye microotoscopia y aspirado (estéril). Suele observarse otorragia (en el 85% de las fracturas longitudinales), otolicuorrea (en las fracturas transversales y oblicuas), escalón en el conducto auditivo externo (CAE), desgarros en el CAE y el tímpano (en el 50% de las fracturas longitudinales)y hemotfmpano (en las fracturas longitudinales, más frecuente en las transversales si se afecta el promontorio).
La endoscopia nasal puede evidenciar hemorragia desde la trompa de Eustaquio (en las fracturas longitudinales). La otolicuorrea requiere el análisis de p2-transferrina. En la luxación de cadena que aparece en el 50% de los casos tras fracturas longitudinales, el yunque es el huesecillo más vulnerable. La luxación incudoestapedial es la lesión más frecuente (82% de los casos, predominantemente tras fracturastransversales).
La exploración auditiva precoz incluye una impedanciometría (curva plana en caso de hemotímpano; curva normal con ausencia de reflejo o curva con aumento de la distensibilidad en la disrupción de cadena), otoemisiones acústicas y potenciales evocados auditivos del tronco cerebral (PEATC),que indicarán la localización topográfica de la lesión y el grado de afectación.
Más tarde se realizará audiometría tonal liminal y supraliminal, para determinar el tipo de hipoacusia. La evolución de la hipoacusia de transmisión (fracturas longitudinales) determina el pronóstico: si disminuye la hipoacusia significa que era debida a una colección hemática en la caja; si persiste más de 8 semanas y el gap es superior a 30 dB significa que se debe a afectación de cadena y requiere tratamiento quirúrgico posterior.
La hipoacusia neurosensorial (se observa en el 40% de las fracturas transversales) suele ser irreversible, moderada o profunda. No evoluciona a partir de un mes de la lesión. La tomografía (TC) craneal y del peñasco de alta resolución, en cortes axiales y coronales y en reconstrucción tridimensional,es de elección para establecer el diagnóstico de las fracturas,conocer el estado del oído medio e interno y valorar lacicatrización de la fractura.
Es imprescindible para establecer el tratamiento. La posterior realización de una resonancia magnética (RM) craneal servirá para diagnosticar lesiones encefálicas y de pares craneales. Dado que es prioritario el control cardiorrespiratorio y neurológico del paciente, el abordaje será multidisciplinar, siendo el tratamiento neuroquirúrgico y politraumático previo al otológico.
La parálisis facial postraumática inmediata requiere tratamiento urgente. La otolicuorrea suele remitir espontáneamente y sólo si dura más de 2 semanas precisa timpanotomía exploradora y posterior craneotomía. Las hipoacusias de transmisión por afectación “del oído medio o disrupción de cadena se tratan a los 3-6 meses mediante timpanoplastia, con o sin reconstrucción de cadena.
La reconstrucción timpánica debe realizarse siempre aunque exista cófosis neurosensorial, ya que previene las infecciones del oído medio. Las fracturas de la base del cráneo comportan la afectación del peñasco en un 23% de los casos (con predominio en varones jóvenes).
En un 15-30% dejan secuelas otológicas (principalmente hipoacusia neurosensorial coclear). Un 80% de las fracturas son longitudinales (bilaterales en un 25%) y un 20% transversales,aunque actualmente se consideran más frecuentes las oblicuas (combinación de ambas).
Tras el politraumatismo es prioritario asegurar las funciones cardiorrespiratorias y neurológicas.
La exploración ORL debe ser inmediata, pero el tratamiento puede posponerse, salvo en caso de parálisis facial postraumática (PFP),que requiere descompresión urgente (v. cap. 48).
El estado neurológico del paciente puede dificultar la anamnesis, pero la inspección del tipo de impacto sugiere el tipo de fractura (impacto lateral: fractura longitudinal; impacto frontal y occipital: fractura transversal). La equimosis mastoidea (signo de Battle) se observa en fracturas longitudinales y oblicuas.
La exploración ORL incluye microotoscopia y aspirado(estéril). Suele observarse otorragia (en el 85% de las fracturas longitudinales), otolicuorrea (en las fracturas transversales y oblicuas), escalón en el conducto auditivo externo (CAE), desgarros en el CAE y el tímpano (en el 50% de las fracturas longitudinales) y hemotfmpano (en las fracturas longitudinales, más frecuente en las transversales si se afecta el promontorio).
La endoscopia nasal puede evidenciar hemorragia desde la trompa de Eustaquio (en las fracturas longitudinales). La otolicuorrea requiere el análisis de p2-transferrina. En la luxación de cadena que aparece en el 50% de los casos tras fracturas longitudinales, el yunque es el huesecillo más vulnerable. La luxación incudoestapedial es la lesión más frecuente (82% de los casos, predominantemente tras fracturas transversales).
La exploración auditiva precoz incluye una impedanciometría (curva plana en caso de hemotímpano; curva normal con ausencia de reflejo o curva con aumento de la distensibilidad en la disrupción de cadena), otoemisiones acústicas y potenciales evocados auditivos del tronco cerebral (PEATC),que indicarán la localización topográfica de la lesión y el grado de afectación.
Más tarde se realizará audiometría tonal liminal y supraliminal, para determinar el tipo de hipoacusia.
La evolución de la hipoacusia de transmisión (fracturas longitudinales) determina el pronóstico: si disminuye la hipoacusia significa que era debida a una colección hemática en la caja; si persiste más de 8 semanas y el gap es superior a 30 dB significa que se debe a afectación de cadena y requiere tratamiento quirúrgico posterior.
La hipoacusia neurosensorial (se observa en el 40% de las fracturas transversales) suele ser irreversible, moderada o profunda. No evoluciona a partir de un mes de la lesión. La tomografía (TC) craneal y del peñasco de alta resolución, en cortes axiales y coronales y en reconstrucción tridimensional, es de elección para establecer el diagnóstico de las fracturas, conocer el estado del oído medio e interno y valorar la cicatrización de la fractura. Es imprescindible para establecer el tratamiento.
La posterior realización de una resonancia magnética (RM) craneal servirá para diagnosticar lesiones encefálicas y de pares craneales. Dado que es prioritario el control cardiorrespiratorio y neurológico del paciente, el abordaje será multidisciplinar, siendo el tratamiento neuroquirúrgico y politraumático previo al otológico.
La parálisis facial postraumática inmediata requiere tratamiento urgente. La otolicuorrea suele remitir espontáneamente y sólo si dura más de 2 semanas precisa timpanotomía exploradora y posterior craneotomía. Las hipoacusias de transmisión por afectación del oído medio o disrupción de cadena se tratan a los 3-6 meses mediante timpanoplastia, con o sin reconstrucción de cadena.
La reconstrucción timpánica debe realizarse siempre aunque exista cófosis neurosensorial, ya que previene las infecciones del oído medio.
Fuente: www.otorrinos2do.wordpress.com