Una bomba de estruendo alcanza los 190 decibeles y un mortero los 145, mientras que el oído tiene la capacidad de tolerar sonidos de hasta 90 decibeles sin que se produzca daño.
La pirotecnia no sólo produce quemaduras, lesiones oculares, sino que también afecta al oído, pudiendo ocasionar problemas graves, algunas veces irreversibles.
El oído presenta en forma natural, un sistema de protección que se activa frente a ruidos fuertes, pero actúa recién después de 10 centésimas de segundo, lo cual es ineficaz cuando se utiliza pirotecnia. Según la Dra. Liliana Tiberti, coordinadora de Otología y Otoneurocirugía del Hospital Británico y asesora de GAES Centros Auditivos, la pirotecnia, puede producir:
1) Distintos grados de pérdida de la audición, generalmente por daño del oído interno, que es de tipo irreversible, pudiendo llevar a la pérdida total de la misma.
2) Zumbidos, acufeno o tinnitus, que es la precepción de un ruido (generalmente como silbido, o como el canto de un pájaro) dentro del oído. Puede ser transitorio o permanente, de distinta intensidad.
3) Si la explosión del petardo, mortero o cualquier elemento fue muy cercana, una gran presión sonora se produce dentro del oído, ocasionando una perforación de la membrana timpánica, que se acompaña de sangrado del oído, disminución de la audición y dolor.
4) Frente a una explosión muy cercana y fuerte puede presentar una crisis de vértigo, con pérdida total de audición, por la gran vibración que produce de todo el oído.
Los niños están más expuestos, pues suelen ser ellos, en muchos casos, quienes utilizan pirotecnia o están muy cerca de los adultos que la manipula.
Se sugiere no utilizar fuegos artificiales. Si resulta inevitable, siempre es recomendable colocarse protectores auditivos, semejantes a los que se usan para las piletas, y en caso de presentarse algún síntoma auditivo consultar a un especialista lo antes posible.
Fuente: elcordillerano.com.ar