Clasificación de las deficiencias auditivas

En el lenguaje corriente solemos referirnos a la “sordera” en términos generales, en referencia a las personas que simplemente “no oyen”. Sin embargo, en términos médicos, hay muy diversos tipos de “sorderas”, más correctamente denominadas “pérdidas auditivas” o “deficiencias auditivas”. 

La clasificación de estas afecciones puede realizarse de acuerdo a muy diversos criterios, que instauran diferentes tipologías. Los distintos tipos de deficiencia auditiva conllevan diferencias no solo en los niveles de audición, sino también en la posibilidad de tratamientos, intervenciones o soluciones, con sus correspondientes implicancias en el plano social y comunicacional.


Los criterios de clasificación de las sorderas se delinean de acuerdo a cuatro factores: dónde se localiza la lesión, el grado de pérdida auditiva, las causas de esta pérdida y la edad de su aparición. Para brindar un panorama general de los distintos tipos de sordera, repasemos esquemáticamente cada uno de los criterios mencionados.

Primer criterio: ¿dónde se localiza la lesión?

Sabemos que el sistema auditivo consta de tres partes: oído externo, medio e interno. Cada una de ellas cumple una función esencial en la capacidad auditiva, por lo que un problema en alguna de ellas genera una disfunción total del sistema. Según la estructura dañada del oído, es que se clasifican las diferentes sorderas:

Conductiva o de transmisión: La pérdida auditiva se debe a deficiencias mecánicas en el oído externo o medio, es decir, en los canales que llevan el sonido al interior del oído. Generalmente no implican pérdidas totales y pueden utilizarse audífonos para mejorar la audición. 

Neurosensorial: Es la sordera provocada por el deterioro de las células nerviosas sensoriales del oído interno, la cual varía desde distorsiones leves hasta pérdidas profundas de la capacidad de oír. 
 
Mixta: Refiere a personas que padecen ambos tipos de pérdida, conductiva y sensorial, en alguno de sus aspectos. La lesión se encuentra tanto en el oído interno como en el externo. La sordera mixta se debe principalmente a golpes fuertes en la región del oído. 
 
Central: En este caso, la pérdida auditiva no se localiza estrictamente en el oído sino en los centros de audición del cerebro
 
Agnosia auditiva: Anatómicamente no es una sordera propiamente dicha, ya que el aparato auditivo está perfectamente sano. La disfunción se da a nivel psicológico, en tanto hay un defecto en la capacidad para reconocer o comprender la naturaleza o significado de los distintos sonidos.

Segundo criterio: ¿cuánto puede oír?

Las personas con audición normal pueden percibir sonidos por debajo de los 20 decibeles. Quienes padecen de deficiencia auditiva tienen un umbral auditivo mínimo de 20 dB: si el sonido es más débil, no lo pueden oír.

Los grados de pérdida auditiva se clasifican, pues, según el alcance de este umbral, es decir, hasta qué intensidad de sonidos la persona es capaz de oír.

Deficiencia leve: Umbral entre 20 y 40 dB, solucionable con audífonos.

Deficiencia media: Entre 40 y 70 dB, también puede recurrir a audífonos, aunque en el caso infantil requiere de una instrucción especial para la adquisición del lenguaje. – Deficiencia severa: El umbral se ubica entre 70 y 90 dB, requiriendo un programa auditivo oral completo además de amplificación.

Pérdida profunda: Umbral superior a 90 dB, que requiere en los niños un programa sistemático de enseñanza del lenguaje. En los casos no mejorables con audífono, requiere el implante coclear para recuperar parte de la capacidad auditiva.

Cofosis: Umbral por encima de los 120dB, lo que significa una pérdida total de la audición, no solucionable con amplificación. Si en los casos anteriores hablamos de “hipoacusia” (déficit para escuchar, pero en una pérdida parcial), en este grado nos referimos a la sordera propiamente dicha, de carácter total, producida por malformaciones genéticas.

El porcentaje de personas con cofosis es muy bajo. Generalmente, las personas catalogadas como “sordas” presentan algún tipo de hipoacusia, en tanto la sordera absoluta es muy infrecuente.

Tercer criterio: ¿cuál es la causa de la pérdida auditiva?

El estudio de las causas de la deficiencia auditiva (en términos técnicos, su “etilogía”) intenta comprender los factores intervinientes en su aparición y desarrollo. Aunque éstos son numerosos y complejos, pueden delinearse algunas causas generales, que llevan a diferentes tipos de sordera.

Genéticas o hereditarias: Se transmiten de padres a hijos, y pueden suponer tanto sorderas desde el nacimiento como en las pérdidas progresivas.

Exógenas: Producidas por causas externas, desde la rubeola de la madre durante el embarazo hasta infecciones del oído externo, medio e interno o traumatismos en la zona auditiva.

Cuarto criterio: ¿cuándo comienza la pérdida?

La edad en que comienza la pérdida de audición es fundamental en la capacidad de desarrollo de lenguaje oral de la persona, sobre todo en la etapa infantil.

Sordera prelocutiva: Es la que aparece antes de adquirir el lenguaje oral (desde el nacimiento hasta los dos años).


Sordera perilocutiva: La pérdida comienza entre los dos y tres años de edad, mientras el niño está aprendiendo a hablar.

Sordera poslocutiva: Es la que aparece luego de los tres años de edad, cuando ya se ha adquirido el lenguaje oral. Cuanto más desarrollado esté este lenguaje en el individuo, menos dificultades comunicativas tendrá para vincularse con las personas oyentes.

Fuente: eloido.com