Cirugía destructiva en acúfenos

El uso de cirugías destructivas como la laberintectomía o la sección del nervio acústico con la intención de erradicar un acúfeno, es un enfoque terapéutico basado en la falta de conocimiento de los mecanismos neurofisiológicos implicados en el desarrollo del mismo.

Como se puede predecir con el modelo neurofisiológico, los pacientes con un alto nivel de angustia, son los más propensos a buscar tratamientos extremos y los que menos probabilidades tienen de beneficiarse de un cambio del componente periférico del acúfeno.


Posiblemente, en estos pacientes las conexiones entre el sistema auditivo y los sistemas nervioso autónomo y límbico sean más fuertes y, por tanto, la importancia de la señal periférica generadora del acúfeno es mucho menor que en otros pacientes.

Según la teoría del silencio propuesta por Möller (Möller AR, 2003), las fibras nerviosas tienen siempre una actividad espontánea inaudible, incluso en condiciones de silencio total. La estimulación con un sonido externo provoca una sincronización del patrón de descargas de un grupo de neuronas sin producirse necesariamente un aumento real de la tasa de disparo de las fibras.

Esta sincronización es el factor más importante para que la señal alcance los niveles superiores. La generación de una actividad eléctrica aberrante (AEA) en la vía auditiva central es interpretada erróneamente como sonido (acúfeno) por los centros auditivos. Una AEA generada en la vía auditiva, con rasgos de sincronización, puede ser detectada y percibida en la corteza auditiva y manifestarse clínicamente como un acúfeno.

Estas teorías indican que el acúfeno relacionado con la actividad neuronal pueden surgir como consecuencia de la modificación de la actividad espontánea de las neuronas auditivas y puede estar relacionado con la disminución de la actividad originada en la cóclea y, más concretamente, de una disfunción de las células ciliadas externas y de la descoordinación entre el funcionamiento de las células ciliadas externas e internas.

Además, esta actividad sufre un realzamiento complementario en las vías auditivas y sus conexiones con el sistema límbico y el sistema nervioso autonómico. Por lo tanto, la sección del nervio auditivo o la destrucción de la cóclea, que son periféricos al tronco cerebral, no proporcionarán un efecto positivo sobre el acúfeno e incluso podrían empeorarlo. Desde esta perspectiva, parece poco adecuado el uso de la cirugía radical para el tratamiento de los acúfenos.


Ya en 1928, Jones y Knudsen recomendaron evitar la sección del VIII par y la destrucción de la cóclea como tratamiento del acúfeno intratable, debido a la preocupación por la pérdida de audición útil, y a la ineficacia de estos procedimientos.

Fuente: Acúfenos como señal de malestar