Implante coclear y acúfeno

Muchos estudios apoyan que los implantes cocleares multicanal pueden conllevar la supresión del acúfeno en los pacientes sordos profundos. El acúfeno es un síntoma frecuente en los pacientes candidatos a implante coclear, con una prevalencia documentada entre 66 y el 86% .

El estudio de cómo cambia la percepción del acúfeno tras la inserción del electrodo en la cóclea y la activación del implante coclear, puede originar nuevas perspectivas en el conocimiento de los mecanismos patogénicos y tratamiento del acúfeno.


En 1992 Soulière y cols. informaron que el acúfeno mejoró después de la implantación, en el 54% de los pacientes. Aschendorff y cols. (1998) encontraron que el acúfeno desapareció o se redujo tras la implantación en el 75% de los pacientes.

Demajumdar y cols (1999) comunicaron la supresión o la mejoría del acúfeno en un 63% de los pacientes.  El estudio presentado por Di Nardo y cols. (2007) demuestra que el acúfeno desaparece después de la implantación y la activación en el 40% de los pacientes y mejora en el 30%, resultados en consonancia con los de otros autores. Baguley y Atlas (2007) en un análisis de 18 trabajos de investigación publicados entre 1990 y 2006, notificaron, sobre un total de 1.104 candidatos a implante coclear, una prevalencia del acúfeno que varía entre el 67 y el 100%, con una media del 80%.

La razón por la que los implantes cocleares tienen un efecto positivo sobre el acúfeno está aún en fase de investigación. La primera explicación propuesta por Battmer y cols. (1989), sugiere que los implantes cocleares provocarían un efecto de enmascaramiento acústico sobre el acúfeno.

Esta hipótesis por sí sola no es suficiente para justificar el beneficio del implante sobre el acúfeno, ya que, este efecto parece persistir incluso después de que el implante es apagado. Por otra parte,en la mayoría de los implantados, los efectos son bilaterales, mejorando el acúfeno contralateral.

La estimulación eléctrica directa de la cóclea puede jugar un importante papel en la supresión del acúfeno inducida por la implantación coclear. Mo y cols. (2002) observaron que la capacidad del implante coclear de suprimir el acúfeno es significativamente mayor que el proporcionado por los audífonos, y lo atribuyen al efecto de la estimulación eléctrica sobre la fibra nerviosa realizado por los implantes cocleares.

Rubenstein y cols. (2003) obtuvieron una supresión del acúfeno en uno de los tres sujetos implantados a través de una estimulación de alta frecuencia con ajuste de tono (4.800 pps) en los electrodos implantados.

Aunque la mejoría del acúfeno puede atribuirse a la activación de la fibra nerviosa inducida por el implante, las más recientes nociones sobre la patogénesis del acúfeno sugieren que puede desempeñar un papel la reorganización de las vías auditivas centrales, influyendo tanto en el acúfeno ipsilateral como en el contralateral.

Además, se han demostrado amplias modificaciones plásticas en varias zonas del sistema nervioso central tras la colocación de los implantes cocleares. Yasuhiro y cols. (2005) estudiaron tres pacientes implantados afectados de acúfeno mediante la realización de PET cerebral en dos condiciones diferentes: durante la percepción del acúfeno y el implante apagado, y durante la inhibición residual del acúfeno obtenida por el implante en funcionamiento.

Este estudio demostró la activación del hemisferio cerebral derecho, mientras se percibía el acúfeno, y la activación de la circunvolución temporal anterior y superior durante la inhibición residual del acúfeno. Un estudio realizado por Giraud y cols. (2001) obtuvo conclusiones similares. Di Nardo y cols. (2007) demuestran una reducción estadísticamente significativa de la puntuación del THI (tinnitus handicap inventory), obtenida tras la realización del implante en 20 pacientes.

La atención selectiva que el paciente presta al acúfeno es decisiva en la determinación del nivel de percepción subjetiva del mismo y en el desencadenamiento de los trastornos psíquicos, capaces de provocar casos graves de ansiedad y depresión. Evidentemente, la activación del implante coclear cambia la atención del paciente hacia los sonidos ambiente, disminuyendo la percepción del acúfeno y, en consecuencia, reduciendo la carga negativa emocional asociada a estos estados.

La puntuación del THI se reduce significativamente tras la implantación, lo cual es consistente con el modelo patogénico de Jastreboff. La exacerbación del acúfeno después del implantes coclear se ha descrito hasta en el 5% de los pacientes. Aún no se ha dado ninguna explicación para este fenómeno.

Es importante indicar que todos los pacientes candidatos a implante coclear deberían recibir la información completa acerca de este pequeño riesgo de empeoramiento de su acúfeno después de la cirugía o tras la activación del implante. Summerfield y cols. (2006) informaron sobre los beneficios de un segundo implante coclear, considerados por los propios adultos sordos post-locutivos implantados.

La recepción de un segundo implante dio lugar, según los pacientes, a mejoras significativas en las habilidades de la audición espacial, en la calidad de la audición y en la percepción del habla,
pero, contrariamente, no originó cambios significativos en la calidad de vida.

El objetivo fundamental del estudio era determinar el incremento o no de los beneficios de un segundo implante. El estudio se realizó con 24 participantes adultos que fueron implantados. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a recibir un segundo implante de forma inmediata o tras 12 meses de espera, este último grupo actuó como control de los beneficios emergentes de la implantación del segundo dispositivo.

Un análisis multivariante indicó que cualquier mejora en calidad de vida asociados a la mejoría de las habilidades auditivas se veía descompensado por los cambios negativos asociados con un empeoramiento de su acúfeno. De 16 pacientes con acúfeno preoperatorio, 7 informaron de un empeoramiento (44%), y de 8 pacientes que no comunicaron el ruido antes de la intervención, 4 (50%) constataron que el segundo implante había inducido la aparición de acúfeno post-operatorio.


Esta incidencia de acúfenos tras la cirugía, es más alta que lo que habitualmente se constata con la implantación unilateral, aunque la diferencia no es estadísticamente significativa [Summerfield et al., 2006]. Concluyendo, el efecto beneficioso del implante coclear sobre el acúfeno, podría deberse a un enmascaramiento acústico, a una estimulación eléctrica directa del nervio acústico y, sobre todo, a una posible reorganización de las vías auditivas centrales y de las áreas asociativas cerebrales, dependiente del implante coclear.

Además, debería incluirse el acúfeno dentro de los criterios de selección del oído a implantar, e informar a los pacientes sobre el pequeño riesgo de empeoramiento del acúfeno tras la cirugía. La situación puede ser diferente en los implantes cocleares binaurales, donde los beneficios auditivos de un segundo implante, pueden provocar en algunos pacientes una exacerbación del acúfeno.
Los implantes de tronco cerebral parecen que pueden también proporcionar una supresión de los acúfenos, pero la experiencia en estos implantes es, hasta la fecha, mucho menor.

Fuente: Acúfenos como señal de malestar