El oído humano puede percibir sonidos de 16 a 20.000 Hertzios. Los sonidos por debajo de estas frecuencias, es decir, entre 2 y 16 Hz, se denominan infrasónicos. Cuanto más baja es la frecuencia, más alto tendrá que ser el volumen del sonido para que sea audible para el ser humano. Un sonido de 100 Hz requiere un volumen de al menos 23 decibelios para que se pueda oír.
Un sonido de 20 Hz precisa unos 70 dB de volumen para ser audible. Y para que 4 Hz se puedan percibir hacen falta 120 dB. En otras palabras, podemos estar expuestos a sonidos muy elevados en estas frecuencias sin que los oigamos. Los sonidos de más de 85 dB pueden dañar la audición y causar una pérdida auditiva.
Consecuencias del sonido infrasónico
Los sonidos infrasónicos afectan a nuestro organismo. Las ondas sonoras que no podemos percibir pueden perturbar nuestro equilibrio y provocar nauseas, nerviosismo, dolores de cabeza y tinnitus. Un síntoma típico es lo que se conoce por mareo marítimo.
Del mismo modo, los sonidos infrasónicos pueden causar fatiga e insomnio. Una de las causas de estos síntomas es una especie de desequilibrio corporal. El cuerpo tiene sus propias frecuencias, que oscilan entre 1 y 6 Hz, por lo que pueden ser fácilmente desestabilizadas por los sonidos infrasónicos.
Cómo se produce el sonido infrasónico
Los sonidos infrasónicos se producen de forma natural, por ejemplo, los causa el viento, las corrientes de aire y otras condiciones meteorológicas, pero también hay máquinas que pueden producir este tipo de ondas sonoras, como ciertos acondicionadores de aire o vehículos pesados.
Los trabajadores de la industria o los empleados de grandes oficinas con sistemas de ventilación están especialmente expuestos a sonidos infrasónicos. Las ondas infrasónicas se mueven muy despacio y tienen una gran longitud de onda. Por tanto, solo se presentan en espacios abiertos o en grandes salas y oficinas abiertas de un tamaño superior a 20 metros cuadrados.
Cómo se puede detener el sonido infrasónico
Es difícil detener estas ondas sonoras debido a su gran longitud de onda. Una puerta, una pared o los tapones para los oídos no sirven de mucho contra este tipo de ondas. Las ondas sonoras pueden penetrar a través de estos objetos con casi toda su potencia. Tan solo ciertas superficies que absorben el sonido pueden ofrecer algún tipo de protección contra estas ondas sonoras.
Existen protectores de oídos especiales que absorben el sonido y pueden proteger la audición. Si no se dispone de estos protectores, la mejor solución es alejarse todo lo posible de la fuente de sonido.
Fuente: hear-it.org