Nación que odia el ruido dio origen a los primeros tapones para los oídos

Los alemanes tienen una relación difícil con el ruido. Lo odian y con frecuencia convocan protestas en su contra. Por eso quizás no es casualidad que en este país se inventaran los primeros tapones para los oídos.

Y el año 1907 fue fundamental para el ruido en Alemania. En Hanover, el filósofo Theodore Lessing creó la primera Antilärmverein, sociedad contra el ruido, cuyos miembros se reunían para debatir cómo los ruidos del mundo moderno, desde las fábricas a los autos o las armas de guerra, pueden afectar al mundo intelectual y cultural. "El silencio es noble", Lessing le decía con frecuencia a sus compañeros del club.


Mientras, en el distrito Schöneberg de Berlín, el farmacéutico Max Negwer desarrolló los primeros tapones para los oídos modernos, que llamó Ohropax, una combinación de las palabras "oído" en alemán y "paz" en latín. Negwer consideró que el invento sería una buena ayuda médica. Pero durante años, luchó para convencer a los propietarios de farmacias para que comprasen Ohropax.

Así que viajó a través de Alemania, vendiéndolos a hospitales para enfermos mentales y en las fábricas que proliferaban en un mundo que se industrializaba rápidamente y que su contemporáneo, Lessing, detestaba. ¿Cuánto tiempo y a qué volumen puedes escuchar música sin dañar tu oído? La llegada de la guerra en 1914 proporcionaría a Negwer una oportunidad real para promocionar el Ohropax.

Cientos de miles de soldados ensordecidos volvían del frente. En 1917, Ohropax publicitó sus tapones para los oídos como una protección contra "los efectos del sonido de los cañonazos". Lejos del mundanal ruido, un año después, Alemania fue derrotada en el campo de batalla. En aquel momento, Ohropax había logrado una posición dominante en el mercado y 10 años después exportaba a 42 países.

Pero la Gran Guerra (como se conoció en un principio), y la guerra mundial que le siguió unas dos décadas después, son solo un aspecto de una actitud hacia el ruido y el sonido únicamente teutona.


Sus efectos pueden verse en toda la Alemania actual, desde los parques a prueba de sonido y las autopistas, a las fuertes leyes contra el ruido introducidas hace unos 40 años. Incluso Johann Wolfgang von Goethe, el poeta eternamente laureado del país, intentó contener la intrusión del ruido en su vida, evitando que se construyera una bolera cerca de su casa y desesperándose ante el ladrido de los perros callejeros locales.

"El talento se desarrolla en lugares tranquilos", escribió una vez. Hoy en día, los alemanes están liderando el camino en la creación de este tipo de lugares en el mundo caótico moderno.

Fuente: bbc.com