Además, los cambios en la actividad espontánea de las neuronas en partes del sistema auditivo debido a los reducidos niveles de neurotransmisores inhibidores también pueden tener algo que ver con los mecanismos psicológicos de los acúfenos.
Así lo ha explicado Alan R. Palmer, del Instituto de Investigación Auditiva MRC de la Universidad británica de Nottingham, en las II Jornadas Internacionales sobre Avances en Audiología que se han celebrado en Salamanca.
Según Palmer, encontrar un buen modelo animal de acúfeno ha sido el mayor problema con el que se han encontrado los investigadores. Los medicamentos utilizados para crear acúfenos no han tenido una importante relevancia clínica. Esto se debe a que los sonidos fantasma generados son cortos e intensos, diferentes a los del tipo crónico que son los que realmente aparecen en esta patología.
Sin embargo, la administración de ruido para producir pérdidas auditivas relacionadas con los acúfenos se presenta como la mejor alternativa. Este nuevo modelo ha permitido conocer el desequilibrio existente entre la fase de inhibición y de excitación de la actividad nerviosa en la aparición del acúfeno, existiendo una preponderancia de la sobreexcitación.
El uso de la resonancia magnética (RM) ha ayudado a los investigadores a conocer "qué hace el cerebro de una persona que padece acúfenos". El equipo de Palmer ha estudiado a pacientes con acúfenos provocados por movimientos visuales, que aparecen cuando enfocan la mirada hacia un objeto o una señal.
La RM les mostró que, en estos casos, "las zonas de activación están muy cerca de la corteza auditiva y en algunos pacientes llegan incluso a áreas emocionales del cerebro". La fisiología del bulbo raquídeo del cerebro adulto es muy plástica y cambia en función de los impulsos que recibe. Palmer ha señalado que una lesión en la vía auditiva periférica provoca una interrupción en la estimulación de la región del córtex relacionada con la banda frecuencial alterada.
El espacio que no recibe estímulos es cubierto por áreas corticales vecinas. Se produce entonces una competencia en busca de espacio en la corteza; "se trata de una reorganización tonotópica que puede ser responsable de la aparición de acúfenos". Los cambios plásticos en la corteza auditiva de los hipoacúsicos, que hacen que responda de una forma muy activa a los estímulos visuales, "puede que nos aporte un indicio de los resultados finales del implante coclear".
Nuevas investigaciones
Uno de los factores que se tienen en cuenta a la hora de poner un implante coclear es la supervivencia de las fibras nerviosas. Si sobreviven pocas, la efectividad siempre será menor, ha dicho Palmer.
Encontrar formas para que las células madre se conviertan en ciliares o descubrir cuáles son los factores de crecimiento de las células nerviosas para asegurar una mayor supervivencia de estas fibras están protagonizando algunas de las investigaciones más recientes.
Fuente: diariomedico.com