El ruido de los escapes libres de motos y autos que duplica el límite permisible puede derivar en daños irreversibles en los oídos, tanto de peatones como de conductores, según la explicación del otorrinolaringólogo Carlos Muñoz.
La ley ambiental establece que 80 decibeles es el límite permisible en una distancia de 7.5 metros; sin embargo en la ciudad, los vehículos superan los 120 y 150 decibeles, según la Unidad de Contaminación Acústica de la Alcaldía de Cochabamba.
Daños:
Muñoz explica que en 70 decibeles la persona puede resistir el ruido sin alteración. Arriba de este nivel el efecto es nocivo, produce molestia. A más de 100 decibeles es lesionante, es decir ya produce una patología, entre la más frecuente el tinnitus que provoca la sensación de un zumbido permanente en el oído.
Más allá de los 120 decibeles, el ruido puede ocasionar una lesión en los huesecillos que llegan a desarticularse y producir una disminución auditiva llamada hipoacusia. “A la larga, esta disminución puede ser irreversible”, agregó el especialista.
En algunos casos, estos huesecillos pueden volver a su lugar , pero en la mayoría de las veces no. Cuando el ruido es mayor a 100 decibeles, solo hacen falta tres segundos para ocasionar el daño.
Victimas:
“Lo grave es en los jóvenes que tienen uno de estos vehículos. Podemos afirmar que a los 50 o 60 años, esta generación quedará sorda por tanto trauma acústico”, alertó Muñoz.
La situación es mucho más traumática en bebés recién nacidos cuya percepción es más fina. Solo se defiende con el llanto. “Generalmente en los adultos mayores ya tienen un poco dañado el oído y su percepción es menor, lo grave es en los bebés y menores de 27 años, esto les degenera la percepción”.
Fuente: opinion.com.bo