La falta de vitamina B acelera la pérdida de audición

Isabel Varela Nieto es doctora en Ciencias Químicas por la UCM y actualmente dirige el grupo de neurobiología de la audición en el Instituto de Investigaciones biomédicas Alberto Sols (CSIC-UAM). (Por Carolina Montoro Gámez)

Es miembro, entre otros, de la Federación Europea de Sociedades de Bioquímica y de la Association for Research in Otolaryngology. Coautora del libro “La sordera”, hoy nos habla de los avances y de la importancia de esta enfermedad en la sociedad.


La pérdida de audición afecta en torno al 8% de la población mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) ¿Puede aparecer a cualquier edad?

Sí, eso dependerá del tipo de sordera. La sordera congénita que se da en niños, es genética, hereditaria y la más grave, constituyendo el 50% total de los casos. Es importante detectarla pronto y tratarla mediante implantes para que el niño crezca adecuadamente y tenga garantías de poderse educar bien, ya que, si no oye, el lenguaje oral no se desarrolla.

Otro tipo, es la sordera asociada al envejecimiento, más o menos 1 de cada 3 personas mayores de 65 años tiene pérdida de la audición que empeora con la edad. Además, en los pacientes afectados se genera una situación psicológica de aislamiento que acelera el declive cognitivo. Yo creo que el sonido es la luz del cerebro, y hay que intervenir el problema de audición en cuanto se detecta.

Además de la edad, ¿qué otros factores influyen?

El receptor auditivo situado en el oído interno está formado por varios tipos celulares que no se regeneran. Se nace con un número de células determinado, que se estima que son entre 20.000 y 30.000, y por distintas causas van degenerando.

Entre ellas, además de la edad, el ruido, el uso de fármacos ototóxicos, la predisposición genética de cada persona, el estrés y las infecciones. Todo ello contribuye a que estas células puedan o no sobrevivir, y como no se reponen, sería un proceso irreversible que si se vive el número suficiente de años te aboca a quedarte sordo.

¿Se podría retrasar este envejecimiento prematuro?

Sí, eso forma parte de la teoría del envejecimiento activo, medidas para enlentecer la pérdida auditiva como el ejercicio diario y una buena alimentación. Sin embargo, es cierto que vivimos en una sociedad muy ruidosa, donde la sordera por trauma es la tercera causa de baja laboral.

Además, se ha visto que antes la edad a la que aparecía la sordera eran los 65 años, mientras que ahora debido al ruido, y concretamente al uso de dispositivos electrónicos que te permiten una elevada intensidad en el oído, se está adelantando.

¿Existe algún tratamiento para esta incapacidad auditiva?

Actualmente, no. Es uno de los problemas. La OMS considera que la sordera es un problema médico por resolver. Hay soluciones protésicas para cuando ya está presente el problema, pero no existe ningún medicamento como tal para ninguno de los tipos de sordera.

Por ejemplo, frente a la sordera súbita, que consiste en la pérdida repentina de audición en uno o ambos oídos, lo que se hace es prescribir antinflamatorios y esperar a ver cómo evoluciona para implantar o no una prótesis. Sin embargo, las empresas farmacéuticas están invirtiendo cada vez más en la investigación de medicamentos que puedan prevenir la pérdida auditiva.

Según estudios recientes, el consumo diario de ácido fólico en la dieta podría ayudar al correcto funcionamiento de la audición, ¿es cierto? ¿Podría utilizarse en un futuro como tratamiento para mejorar esta capacidad?

En efecto, se ha visto que la deficiencia de vitamina B, o ácido fólico, acelera el envejecimiento auditivo. Esta vitamina no es sintetizada por nuestro organismo, sino que hay que incluirla en la dieta. Se ha observado cómo, la gente que tiene una alimentación pobre en ácido fólico oye peor.

Además, no solo pasa con este componente, también hay estudios que relacionan los ácidos grasos con esta patología, de manera que un mayor consumo enlentece la pérdida auditiva dependiente de edad. Tanto la vitamina B como los ácidos grasos actúan disminuyendo el estrés oxidativo en estas regiones.

Últimamente muchas investigaciones se están centrando en el estudio del Factor de Crecimiento similar a la Insulina de tipo I (IGF-1).  ¿Podría guardar alguna relación la incapacidad auditiva con la diabetes?

Sí y no. Algunas de las funciones de la insulina en el oído y en el cerebro son llevadas a cabo por el Factor de Crecimiento Similar a la Insulina de tipo I, y se ha visto que en ratones deficientes en este factor se genera un “síndrome diabético”, con características similares a la diabetes, pero no es la enfermedad como tal. El IGF-1 más bien favorece, durante el desarrollo auditivo, la diferenciación de las neuronas y mantiene su supervivencia.


Además, tiene otras dianas en el organismo como el músculo y el hueso. Se utiliza en la clínica como fármaco en niños con problemas de crecimiento. Y en este sentido, hay un grupo japonés que han conseguido que aprueben el IGF-1 para tratar la sordera súbita (resistente a corticoides) y actualmente se encuentran en la fase II de su estudio.

Siendo así, ¿Se prevén buenas expectativas de futuro para esta enfermedad?

Sí, las expectativas son buenas. Por un lado, yo creo que algunos de estos fármacos que están en desarrollo van a llegar al mercado, y eso va a ser muy importante. Y por otro, el avance de la electrónica y de todo lo digital ha venido a ayudar a tener cada vez mejores prótesis.

Carolina Montoro Gámez – Alumna del Máster en Neurociencia de la UAM

Fuente: http://abcblogs.abc.es, Publicado por Máster en Neurociencia UAM, 2017