La mayoría de los especialistas recomiendan obtener un valor basal para la audición a los 50 años y, a partir de allí, seguimientos regulares, según las necesidades personales de cada uno.
En Estados Unidos alrededor del 25 por ciento de las personas de 55 a 64 años de edad tienen algún tipo de pérdida auditiva, aunque la cifra se acerca más al 50 por ciento entre los mayores de 65 años, asegura la doctora Gayla Poling, del área de Audiología de la Mayo Clinic, de Estados Unidos.En muchas personas la pérdida de la audición está relacionada con el proceso de envejecimiento, junto a la continua exposición con el tiempo a ruidos fuertes.
En algunos casos, la genética también puede desempeñar una función y otros factores, tales como el exceso de cerumen, puede temporalmente impedir a los oídos transmitir los sonidos tan bien como deberían y quizás contribuir a los problemas con la audición.
La mayoría de los tipos de pérdida auditiva no pueden revertirse, pero eso no significa que simplemente haya que aceptar que uno ya no puede escuchar. Existen alternativas eficaces para controlar la pérdida y ayudar a mejorar la audición, además de facilitar la interacción con las personas alrededor de uno.
A fin de descubrir la extensión y causa de la pérdida auditiva, es necesario realizar una evaluación completa de la audición. Para ello, el especialista suele primero examinar físicamente los oídos para ver si algunos factores, como el cerumen, la inflamación o los problemas con la anatomía de los oídos, pueden contribuir a la pérdida de la audición.
Además, posiblemente haga preguntas acerca del historial médico y de cualquier otra dificultad en la comunicación. Luego, si las cosas apuntan hacia una posible pérdida de la audición, el profesional probablemente recomiende llevar a cabo una evaluación más minuciosa con un audiólogo.
Para ello, el paciente se sienta dentro de un cuarto a prueba de sonido y se pone unos audífonos para escuchar sonidos dirigidos hacia un solo oído a la vez. Durante esta evaluación, se presenta una gama de sonidos en varios tonos y se pide al paciente que indique cada vez que escucha un sonido.
Todos los tonos se repiten a niveles más bajos para descubrir cuál es el más bajo que la persona es capaz de escuchar. Las respuestas se registran en un gráfico, conocido como audiograma. Se puede también solicitar al paciente que permanezca sentado en silencio a medida que se le hacen más exámenes para evaluar la función de los oídos.
Si la valoración de su audición revelase una pérdida, el audiólogo posiblemente hable con usted acerca de las alternativas de control pertinente a su situación, así como respecto a cualquier otro seguimiento necesario. Existe una variedad de audífonos que aumentan el volumen de los sonidos para que sean más fáciles de escuchar.
En los casos de pérdida auditiva más fuerte, una de las alternativas puede ser el implante coclear, siempre y cuando sea médicamente adecuado. A diferencia de los audífonos que amplifican el sonido y lo dirigen hacia el oído, compensa parte del oído interno que no funcionen.
Fuente: http://www.lanueva.com