La ciencia ha advertido que la humanidad ensordecerá lentamente en la medida que se acreciente el desarrollo tecnológico sin controlarse el aumento del ruido, y afirman que ese peligro aumenta para quienes violan las normas de los decibeles aceptables o abusan de ese órgano vital y sensible: el oído.
Tal augurio está presente en un “ruido” muy especial, que afecta la calidad de vida del 4-5% de la población de todas las edades que acuden a las consultas de otorrinolaringología quejándose de “una especie de zumbido, silbido, o como grillos dentro de sus oídos”.
El diagnóstico no se hace esperar: tinnitus o acúfeno, nombres asignados a un trastorno más frecuente en el sexo masculino, y con prevalencia al aumento de la edad. Su origen no está definido, ni tampoco su curación, aunque se recomiendan diversos tratamientos y, en general, orientaciones para la prevención de un órgano tan importante.
Criterios médicos se empeñan en diferenciar entre dos tipos de ruido -objetivo y subjetivo- para poder aplicar terapéuticas apropiadas. Dentro del objetivo, consideran como posible consecuencia: estenosis carótida y aórtica; aneurismas; hipertiroidismo; anemia; enfermedad valvular cardiaca; diabetes; hipertensión arterial, y otras originadas por el flujo sanguíneo.
En cuanto al tinnitus subjetivo se atribuye a la pérdida de la audición, otitis, cerumen impactado o sordera súbita. También al abuso de determinados fármacos, -aspirina, antiinflamatorios, diuréticos, antibióticos, y otros.
En la búsqueda de la génesis del fenómeno, no descartan los procesos neurológicos, como esclerosis múltiple, neuroma acústico o tumores del cerebro; casos de infecciones reiteradas (otitis media, meningitis), u otras más imprecisas derivadas de luxación de la articulación temporomandibular o enfermedades dentales.
Hasta el momento el diagnóstico se basa principalmente en la anamnesis (hoja clínica), apoyada en audiometría, otoscopia, potenciales evocados auditivos del tronco cerebral (registro de la actividad eléctrica por toda la vía auditiva), radiología y tomografía (Spect). Los exámenes clínicos aplicados son la audiología, la resonancia nuclear magnética (RNM) y tomografía axial computarizada (TAC) -ambas de cráneo- y la angiografía, pero… nada ha descubierto la causa.
Lo único aceptable es que la lesión causante del tinnitus o acúfeno alcanza el córtex cerebral a través de las vías auditivas. Por ese motivo, sea cual sea su origen, la sensación se aprecia cuando el estímulo alcanza la sustancia gris.
La ciencia continúa sin respuesta eficiente, diagnóstica o terapéutica, a quienes sufren esta afección, por tanto, no existe tratamiento específico, y los recomendados -antidepresivos, ansiolíticos, antiarrítmicos, etcétera-, no eliminan la problemática. Incluso, se ha incorporado la medicina natural y tradicional. Pero, resulta un consuelo, que quienes sufren el “ruido” por mucho tiempo, refieren que se adaptaron, y solo lo sienten cuando se hace mención de su trastorno.
No obstante, lo que si queda bien definido para la comunidad científica del mundo adentrada en la investigación del tinnitus o acúfeno es que no se adquiere por contagio ni de forma epidémica, y mucho menos, intencionalmente dirigido a manera de un “supuesto ataque acústico”.
Con información de RADIO REBELDE: http://www.radiorebelde.cu , publicado por Heydi González Cabrera, Juev/16 / nov/2017, web@radiorebelde.icrt.cu