Dieta, ambiente y audición

Lo que comemos y el lugar donde vivimos también pueden afectar a la audición. El educador y pionero de los alimentos naturales Michio Kushi cuenta una divertida historia.

"En los años sesenta, él y sus socios fundaron Erewhon, una de las primeras tiendas que ofrecía alimentos orgánicos a granel en cajas; pronto se encontraron invadidos por ratones. No queriendo matar a los ratones con trampas, los empleados instalaron una alarma que emitía ultrasonidos. El fabricante del aparato les garantizó que el sonido iba a ahuyentar a los fastidiosos ratones, que se marcharían del local.


Pero ante la sorpresa de todos, los ratones no se marcharon; sencillamente cambiaron su dieta. Dejando de lado sus alimentos favoritos (miel, algarrobas y otros dulces, y galletas, patatas fritas y productos de harina), los ratones comenzaron a mordisquear exclusivamente los cereales integrales y las algas. 

Al parecer, estos alimentos tienen la propiedad de neutralizar los penetrantes efectos de la alarma. "Esos son alimentos curativos, alimentos de supervivencia", comenta Michio. "Eso me demostró que los animales suelen tener más intuición que los seres humanos. Enfrentados a un peligro para su existencia supieron adaptarse inmediatamente." 

Los estudios científicos han comenzado a confirmar la importante relación entre dieta y audición.

Unos investigadores finlandeses, por ejemplo, informaron que personas que hacen una dieta pobre en grasa y colesterol tenían mejor irrigación sanguínea en los oídos y en consecuencia oían mejor. 

Basándose en un estudio de 1.400 personas, los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia Occidental llegaron a la conclusión de que la audición mejoró en las personas que habían recibido asesoramiento dietético y seguido dietas pobres en grasas saturadas, azúcares simples y sal de mesa, y ricas en cereales integrales, verduras y frutas frescas.

A muchas personas se les alivió rápidamente la sensación de mareo y de presión en los oídos, y el tinnitus mejoró bastante, y en algunos casos desapareció totalmente. 
Tomatis adopta un método similar 

Aunque recomienda una dieta más tradicional, rica en cereales integrales y alimentos frescos, aconseja no comer alimentos productores de ácidos, yogur ni alimentos procesados, los cuales cree que obstaculizan la audición normal. 

El clima y los factores medioambientales también influyen en la audición. Una vez, en un viaje de París a Marsella, Tomatis tuvo la impresión de que el "canto" de las cigarras era cada vez más nasal a medida que se acercaba a Marsella.

Estudió el fenómeno y descubrió que la especie de cigarras era la misma en las dos regiones, y que la forma en que se frotaban las alas produciendo ese característico sonsonete era idéntico. Lo que había cambiado, concluyó, no era el canto de las cigarras sino la calidad de su escucha. 

El clima y la altitud modificaban su percepción auditiva

En sus viajes, Tomatis ha observado que los sonidos que hace la gente están condicionados por su entorno. Las personas que habitan en bosques, entre la mirada de sonidos del bosque, crean música polifónica, mientras que los habitantes del desierto suelen tocar un solo instrumento, el tambor. 


Las culturas de las montañas también crean una música distintiva

Debido a la influencia de la presión atmosférica en su oído interno y voz, sus sonidos son ricos en tonos bajos y en altas frecuencias. Los tibetanos del Himalaya, los descendientes de incas de los Andes y los pueblos de los Alpes, Apalaches o Urales suelen cantar y hablar con voz profunda y gutural y con otros tonos bajos mezclados con falseto y otros sonidos agudos, haciéndose eco del ritmo único de la vida entre cimas y valles.

Fuente: Libro "El efecto Mozart" de Don Campbell