Vista lateral derecha de cráneo humano donde observamos los componentes óseos de la articulación temporomandibular. 1) Cóndilo de la mandíbula, 2) mandíbula, 3) hueso temporal, 4) orificio auditivo externo, 5) unión articular ósea.
El dolor orofacial produce un efecto negativo en la calidad de vida más que otras condiciones sistémicas, como la diabetes, la hipertensión o la úlcera. La disfunción temporomandibular (DTM) puede ser desencadenada por diversos factores, como alteraciones óseas, factores psicológicos, factores emocionales, pérdidas dentales, parafunciones (trastornos involuntarios y / o inconscientes de movimientos) y postura, pudiendo esas causas también estar asociadas.
El diagnóstico para la DTM debe ser diferenciado, debiendo ser evaluados diversos factores en los cuales el diagnóstico es establecido por medio de cuestionarios que identifican la queja principal, la exactitud del lugar del dolor y evalúan la condición psicosocial del paciente.
La disfunción temporomandibular y el dolor orofacial, por ser cada día más frecuentes, vienen trayendo perjuicio para la población. El dolor crónico está directamente relacionado con el estado de la calidad de vida del individuo, pues la misma genera efectos no sólo en el cuerpo sino también en el estado psicológico y en la convivencia social, que debe ser evaluada con atención, y que, la mayoría de las veces, necesita tratamiento terapéutico y el seguimiento de multiprofesionales para controlar o revertir el caso.
Disfunción Temporomandibular
La disfunción temporomandibular (DTM) se describe como un grupo de alteraciones clínicas de mal funcionamiento mandibular, pudiendo manifestarse con o sin dolor. El dolor puede ser desencadenado por factores agresores a la formación o función del sistema estomatognático (conjunto de estructuras bucales que desarrollan funciones comunes, teniendo como característica constante la participación de la mandíbula).
Estas disfunciones incluyen una serie de problemas clínicos que involucran la musculatura masticatoria, la articulación temporomandibular (ATM) o ambos, siendo que tales alteraciones interfieren en la calidad del individuo portador de esa disfunción.
La DTM alcanza tanto hombres como mujeres de todas las edades y entre los diversos signos y síntomas. Los principales son: dolor en la región orofacial, dificultad para mover la mandíbula, ruido o chasquido en la articulación y sensibilidad en la musculatura. Las alteraciones de la ATM desencadenan dolor en la musculatura de la cara, desplazamiento del disco articular, dolor en la articulación y alteración de la función, además de inflamación, promoviendo así limitaciones físicas y funcionales a los portadores.
Entre los diversos signos y síntomas presentados por la DTM el dolor es aquel que más interfiere en las actividades diarias del individuo, ocasionando un efecto negativo en la vida social, emocional y en el nivel energético de la persona afectada.
Por tratarse de un conjunto de sintomatologías diversas, la DTM hace el diagnóstico y el tratamiento más complejos, involucrando episodios de dolor y movimiento muscular involuntario, que relacionan el desequilibrio biomecánico no sólo de las articulaciones, sino también de la región cervical. Así, los pacientes con DTM necesitan múltiples focos de atención y de indicadores psicológicos de salud general y de calidad de vida.
Condiciones psicológicas
Las alteraciones psicológicas influencian en la repetición, intensidad y durabilidad de los hábitos parafuncionales (trastornos involuntarios y / o inconscientes de movimientos), que se caracterizan por el apretamiento de los dientes y el bruxismo, resultando en la hiperactividad de los músculos de la masticación.
La DTM es considerada como un factor negativo sobre la salud sistémica y calidad de vida, caracterizada por el dolor y el estrés, factores que influencian y comprometen las actividades diarias desempeñadas en la escuela o en el trabajo, las funciones sociales, el equilibrio afectivo y cognitivo, el sueño y las actividades físicas.
Los hábitos para las funciones se ven como factores de amenaza para la DTM, y se definen como cualquier hábito que huye de la normalidad y ocasiona daños a un órgano o sistema. Entre estas prácticas están: mascar chicle, morder lápices, roer uñas, ranger o apretar dientes. Prácticas adictivas en las cuales el individuo encuentra una manera de liberar la tensión emocional. Estos hábitos llevan al compromiso de factores fisiológicos o anatómicos del sistema estomatognático, posibilitando alteraciones a los huesos, dientes y tejidos blandos.
El abordaje multidisciplinario para minimizar el dolor debe ser considerado para el tratamiento de esas alteraciones, incluyendo modalidades no farmacológicas y farmacológicas, así como pacientes con diagnóstico de desorden muscular que presentan riesgo para desarrollar la cronicidad del problema y presentan un difícil control de los signos y síntomas.
Calidad de vida
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que la calidad de vida es la percepción de una persona en su posición de vida, en cuanto al contexto cultural y valores, en el lugar en que vive, en relación a sus ideales, expectativas y niveles de preocupación.
Los indicadores de la salud bucal que más influyen en la calidad de vida (QV) son los dolores faciales y dentales, que causan perjuicios al sueño y al sistema estomatognático. El dolor orofacial produce un efecto negativo en la calidad de vida más que otras condiciones sistémicas, como la diabetes, la hipertensión o la úlcera.
"Los indicadores de la salud bucal que más influyen en la calidad de vida (QV) son los dolores faciales y dentales, que causan perjuicios al sueño y al sistema estomatognático. La DTM presenta una variedad de signos y síntomas, que llevan a los pacientes portadores a un alto grado de compromiso físico y mental, ya exhibir características clínicas en común con los portadores de otros tipos de enfermedades crónicas, habiendo reflejado, de forma negativa, en la calidad de vida (CV).
El concepto de QV relacionado con la salud oral ofrece gran oportunidad para sintetizar una variedad de posibles impactos psicosociales en relación a determinadas enfermedades bucales, siendo posible caracterizar la carga psicosocial de la DTM y comparar ese impacto entre sus diagnósticos específicos.
Entre las diversas variables que componen la Calidad de Vida, las condiciones emocionales se muestran alteradas cuando se agregan a una peor calidad de vida en pacientes que sufren con la DTM. La asociación entre el declive de la calidad de vida y el estrés emocional se ve en varios estudios, especialmente en los estudios que utilizan tratamientos terapéuticos que promueven la relajación y mejoran la vida de los pacientes.
Fuente: http://www.isaudebahia.com.br
El diagnóstico para la DTM debe ser diferenciado, debiendo ser evaluados diversos factores en los cuales el diagnóstico es establecido por medio de cuestionarios que identifican la queja principal, la exactitud del lugar del dolor y evalúan la condición psicosocial del paciente.
La disfunción temporomandibular y el dolor orofacial, por ser cada día más frecuentes, vienen trayendo perjuicio para la población. El dolor crónico está directamente relacionado con el estado de la calidad de vida del individuo, pues la misma genera efectos no sólo en el cuerpo sino también en el estado psicológico y en la convivencia social, que debe ser evaluada con atención, y que, la mayoría de las veces, necesita tratamiento terapéutico y el seguimiento de multiprofesionales para controlar o revertir el caso.
Disfunción Temporomandibular
La disfunción temporomandibular (DTM) se describe como un grupo de alteraciones clínicas de mal funcionamiento mandibular, pudiendo manifestarse con o sin dolor. El dolor puede ser desencadenado por factores agresores a la formación o función del sistema estomatognático (conjunto de estructuras bucales que desarrollan funciones comunes, teniendo como característica constante la participación de la mandíbula).
Estas disfunciones incluyen una serie de problemas clínicos que involucran la musculatura masticatoria, la articulación temporomandibular (ATM) o ambos, siendo que tales alteraciones interfieren en la calidad del individuo portador de esa disfunción.
La DTM alcanza tanto hombres como mujeres de todas las edades y entre los diversos signos y síntomas. Los principales son: dolor en la región orofacial, dificultad para mover la mandíbula, ruido o chasquido en la articulación y sensibilidad en la musculatura. Las alteraciones de la ATM desencadenan dolor en la musculatura de la cara, desplazamiento del disco articular, dolor en la articulación y alteración de la función, además de inflamación, promoviendo así limitaciones físicas y funcionales a los portadores.
Entre los diversos signos y síntomas presentados por la DTM el dolor es aquel que más interfiere en las actividades diarias del individuo, ocasionando un efecto negativo en la vida social, emocional y en el nivel energético de la persona afectada.
Por tratarse de un conjunto de sintomatologías diversas, la DTM hace el diagnóstico y el tratamiento más complejos, involucrando episodios de dolor y movimiento muscular involuntario, que relacionan el desequilibrio biomecánico no sólo de las articulaciones, sino también de la región cervical. Así, los pacientes con DTM necesitan múltiples focos de atención y de indicadores psicológicos de salud general y de calidad de vida.
Condiciones psicológicas
Las alteraciones psicológicas influencian en la repetición, intensidad y durabilidad de los hábitos parafuncionales (trastornos involuntarios y / o inconscientes de movimientos), que se caracterizan por el apretamiento de los dientes y el bruxismo, resultando en la hiperactividad de los músculos de la masticación.
La DTM es considerada como un factor negativo sobre la salud sistémica y calidad de vida, caracterizada por el dolor y el estrés, factores que influencian y comprometen las actividades diarias desempeñadas en la escuela o en el trabajo, las funciones sociales, el equilibrio afectivo y cognitivo, el sueño y las actividades físicas.
Los hábitos para las funciones se ven como factores de amenaza para la DTM, y se definen como cualquier hábito que huye de la normalidad y ocasiona daños a un órgano o sistema. Entre estas prácticas están: mascar chicle, morder lápices, roer uñas, ranger o apretar dientes. Prácticas adictivas en las cuales el individuo encuentra una manera de liberar la tensión emocional. Estos hábitos llevan al compromiso de factores fisiológicos o anatómicos del sistema estomatognático, posibilitando alteraciones a los huesos, dientes y tejidos blandos.
El abordaje multidisciplinario para minimizar el dolor debe ser considerado para el tratamiento de esas alteraciones, incluyendo modalidades no farmacológicas y farmacológicas, así como pacientes con diagnóstico de desorden muscular que presentan riesgo para desarrollar la cronicidad del problema y presentan un difícil control de los signos y síntomas.
Calidad de vida
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que la calidad de vida es la percepción de una persona en su posición de vida, en cuanto al contexto cultural y valores, en el lugar en que vive, en relación a sus ideales, expectativas y niveles de preocupación.
Los indicadores de la salud bucal que más influyen en la calidad de vida (QV) son los dolores faciales y dentales, que causan perjuicios al sueño y al sistema estomatognático. El dolor orofacial produce un efecto negativo en la calidad de vida más que otras condiciones sistémicas, como la diabetes, la hipertensión o la úlcera.
"Los indicadores de la salud bucal que más influyen en la calidad de vida (QV) son los dolores faciales y dentales, que causan perjuicios al sueño y al sistema estomatognático. La DTM presenta una variedad de signos y síntomas, que llevan a los pacientes portadores a un alto grado de compromiso físico y mental, ya exhibir características clínicas en común con los portadores de otros tipos de enfermedades crónicas, habiendo reflejado, de forma negativa, en la calidad de vida (CV).
El concepto de QV relacionado con la salud oral ofrece gran oportunidad para sintetizar una variedad de posibles impactos psicosociales en relación a determinadas enfermedades bucales, siendo posible caracterizar la carga psicosocial de la DTM y comparar ese impacto entre sus diagnósticos específicos.
Entre las diversas variables que componen la Calidad de Vida, las condiciones emocionales se muestran alteradas cuando se agregan a una peor calidad de vida en pacientes que sufren con la DTM. La asociación entre el declive de la calidad de vida y el estrés emocional se ve en varios estudios, especialmente en los estudios que utilizan tratamientos terapéuticos que promueven la relajación y mejoran la vida de los pacientes.
Fuente: http://www.isaudebahia.com.br