¿Crónica de una sordera anunciada?

Existen numerosas variables que inciden en la prevalencia de enfermedades auditivas. Las sociedades urbanizadas, por ejemplo, son productoras de una gran cantidad de sonidos que por su intensidad y perdurabilidad constituyen ruidos y ocasionan una contaminación sonora que produce daños irreparables en la salud y en la calidad de vida de las personas que las habitan.

Las actividades humanas, el transporte, la construcción, el tránsito vehicular y la industria se han convertido en los principales agentes causantes de malestar acústico. También es preocupante el uso cada vez más frecuente de teléfonos celulares y reproductores de audio con auriculares a volúmenes muy elevados, ya que constituye un factor que aumenta las posibilidades de sufrir problemas de audición, más aún si no se tiene una cultura de prevención con chequeos constantes y especializados.


Pero queda todavía otro aspecto fundamental a tener en cuenta: la longevidad. Los seres humanos tienen una expectativa de vida cada vez más larga. Esto quiere decir que tienen más años para enfermarse, y por lo tanto, más años para perder la audición. Como vemos, la pérdida de audición es un problema de salud crónica que afecta a personas de todas las edades y niveles socioeconómicos.

Pero hay un caso particular que es alarmante para los especialistas: los adolescentes. La lesión inducida por los nuevos hábitos de consumo musical afecta a adolescentes y jóvenes, con el agravante de que no se consulta a tiempo.

Según la Organización Mundial de la Salud bastan ocho horas de exposición a un ruido de más de 90 decibeles para afectar a un grupo de células del oído interno y lesionarlas definitivamente.
Si tenemos en cuenta que además del hábito de escuchar música con auriculares a volúmenes demasiado elevados, esta misma población de riesgo suele asistir a recitales, concurre a bares o boliches y, además, estudia o trabaja en grandes centros urbanos con una enorme contaminación sonora, tenemos la fórmula perfecta para favorecer la aparición de patologías auditivas que podrían prevenirse.

Lo más importante: no ignorar los primeros síntomas

El primer síntoma del paciente expuesto a un ruido fuerte es la aparición de un zumbido (acufeno) en sus oídos.

Sucede, por ejemplo, a la salida de una discoteca. El acúfeno de frecuencia aguda es el signo inequívoco de que algunas células empezaron a dañarse. Como habitualmente este zumbido desaparece horas o días después, se le resta importancia y el paciente no consulta tempranamente. Sin embargo, es una señal de alerta. Cuando el paciente llega al consultorio con un zumbido permanente, el daño ya es irreversible.

En esa etapa ya estamos en presencia de un problema serio que limita la calidad de vida del paciente en múltiples órdenes: sus relaciones sociales y laborales, su capacidad de aprendizaje.

La solución en estos casos es recurrir a dispositivos médicos auditivos. Las innovadoras tecnologías en ingeniería médica apuntan a asegurar el futuro auditivo de las nuevas generaciones: preservar la audición para garantizarles una mejor interacción con la sociedad y, por lo tanto, una mejor calidad de vida.

Es cierto que en la actualidad existen todo tipo de soluciones específicas para tratar la pérdida auditiva, desde los audífonos convencionales hasta tecnologías más sofisticadas como Implantes Cocleares.


Con frecuencia, las personas con hipoacusia comienzan a utilizar audífonos para amplificar los sonidos. Cuando los audífonos no son efectivos o con el tiempo pierden el efecto deseado, existen implantes cocleares y sistemas de implantes de estimulación eléctrico acústica (EAS), que pueden ayudar a recuperar la audición. 

La elección del tratamiento dependerá de muchos factores

Es recomendable crear conciencia para evitar situaciones de riesgo y prevenir. Evitar la exposición a sonidos muy fuertes, usar racionalmente los auriculares por períodos cortos y a un volumen moderado y emplear protectores adecuados en el campo laboral si la persona trabaja en sitios ruidosos (como aeropuertos, fábricas u obras de construcción) son claves para preservar la salud auditiva.

Fuente: agenciaorbita.org