Las benzodiacepinas favorecen los fenómenos de inhibición de la transmisión sináptica al facilitar la interacción con su receptor del GABA, el neurotransmisor inhibidor por excelencia.
Su efecto ansiolítico se debe tanto a esta potenciación de la acción del GABA en el sistema límbico como a una depresión de la actividad serotoninérgica rafe-límbica y dopaminérgica en la corteza prefrontal. Uno de los mecanismos propuestos en la generación de acúfenos es una posible pérdida de la actividad inhibidora GABA-érgica en las neuronas de la vía auditiva con la consiguiente sobreexcitación de estructuras centrales.
Estudios con animales de experimentación sugieren que esta acción ocurriría en concreto en el núcleo coclear dorsal y el colículo inferior. Aparte de este efecto específico restaurando la actividad inhibidora GABA-érgica, las benzodiacepinas podrían obviamente actuar de un modo más general reduciendo la ansiedad tan frecuente en estos enfermos.
El diazepam no mostró ningún efecto sobre la intensidad del acúfeno en un pequeño ensayo clínico [Kay NJ, 1981]. Con respecto al alprazolam, sólo un ensayo clínico doble ciego controlado con placebo ha mostrado su eficacia, disminuyendo la intensidad del acúfeno en el 76 % de los sujetos; sin embargo, el pequeño tamaño muestral resta potencia estadística a este estudio.
Jalali et al. (2003) evaluaron la eficacia del alprazolam para aliviar los acúfenos por medio del THI, la intensidad de acúfeno y la escala analógica visual; no hubo diferencias significativas frente a placebo en las dos primeras variables pero sí en la tercera.
El estudio es interesante pues, aunque la muestra es pequeña, excluye a pacientes con ansiedad o depresión. El clonacepam es otra benzodiacepina que se ha empleado para tratar los acúfenos, especialmente somatosonidos pulsátiles como las palatomioclonías.
Los resultados han sido favorables en estudios retrospectivos o en casos clínicos anecdóticos; sin embargo, solo se encontro un ensayo clínico prospectivo que considere el papel del clonacepam en pacientes con acúfenos. En este trabajo sus autores encuentran una mejoría estadísticamente significativa frente al grupo control, si bien hay que tener en cuenta que es un estudio simple ciego y con una muestra muy pequeña.
Así pues, aunque algunos autores han señalado una cierta eficacia de las benzodiacepinas en los acúfenos, se necesitan más ensayos clínicos bien controlados que reproduzcan esos resultados También es importante individualizar la dosis. En cualquier caso no hay que olvidar los posibles efectos adversos (sedación, somnolencia, ataxia, descoordinación motora, dependencia) y la posibilidad de reaparecer los acúfenos al suspender el tratamiento.
Fuente: Ponencia Oficial XXIV Congreso de la Sociedad Andaluza de Otorrinolaringología y Patología Cérvico-Facial, Acúfenos como señal de malestar