Tengo otoesclerosis.. ¿Oto qué?


Como la mayoría de las personas, nunca había oído de esta nefasta pero muy común pequeña enfermedad.

Sabía que tenía unos terribles dolores de oído durante años, pero cuando iba al doctor, me decía que no tenía nada malo. También sabía que perdía mi equilibrio con facilidad, me caía de escaleras, y a veces parecía balancearme o tropezarme cuando caminaba, sufría de ataques inesperados de mareo.


La gente me decía que no escuchaba. Pero ¿cómo podía escuchar cuando no podía oír?, se reían de mí cuando pronunciaba mal las palabras y me ridiculizaban por mi mala ortografía. ¿Cómo podría pronunciar y deletrear apropiadamente cuando no podía oír parte de los sonidos?

De manera interesante, todos estos problemas supuestamente no relacionados entre sí eran provocados por la misma enfermedad nefasta, la otoesclerosis. La otoesclerosis hace mucho daño en varias y diversas maneras. La otoesclerosis coclear ocasiona que los pequeños filamentos en la coclea que transmiten el sonido al nervio auditivo se endurezcan y mueran.

La otoesclerosis estapedial, causa una membrana esponjosa, crecimiento óseo sobre las cavidades con lo que bloquea uno o todos los tres pequeños huesos que vibran para producir las ondas sonoras, martillo, yunque y estribo. Desafortunadamente, incluso cuando estos crecimientos pueden ser removidos quirúrgicamente, pueden aparecer de nuevo.

La otoesclerosis lo sorprende a uno porque la pérdida auditiva es gradual, como mucha gente que padece de otoesclerosis, pero no lo sabe, aprendí de manera informal a leer los labios y a utilizar las expresiones faciales y el contexto para ayudarme a imaginar qué es lo que la gente decía.

Lo hacía muy bien mientras la persona hablaba en un tono de voz moderadamente normal y directamente hacia mí, sin embargo, si hablaba suavemente, se daba la vuelta o hablaba atrás de mí, no oía nada que no fuera sonidos al azar.

Desafortunadamente, así como los anteojos no pueden corregir el colobombas o la pérdida severa del campo visual, los aparatos auditivos no pueden corregir completamente todas las pérdidas auditivas ocasionadas por la otoesclerosis.

Así como ninguna cantidad de aumento puede proporcionar visión en aquellas espacios oscuros ocasionados por la pérdida del campo visual, la amplificación no puede hacer que la gente como yo oiga todos los sonidos perdidos debido a la otoesclerosis coclear.

Los aparatos auditivos ayudan, pero no son perfectos.

Para darles una idea de lo que se siente ser un impedido auditivo, aquí es lo que podría escuchar si una persona que habla suavemente dice esta oración, o lo dice a mis espaldas: “Pra drls na ida de lqe se sint sr un impido aditvo, qí s lque pdría eschar na prsna qe habl svemnt die st orcin, ol dce a mi splds”

Debido a que la otoesclerosis puede atacar a cualquier edad, es importante identificar los síntomas de alerta y obtener el tratamiento tan pronto como sea posible.

Los niños y adultos que se quejan frecuentemente de infecciones del oído cuando no son aparentes, podrían tener otoesclerosis.

Problemas de equilibrio o mareos inexplicables son otros indicadores de la enfermedad. Y, de manera sorpresiva, esa gente terrible y grosera que simplemente no escucha, y los niños que interrumpen en el salón de clases cuando están sentados hasta atrás y usted les está hablando desde enfrente, podrían no ser groseros, después de todo.


Tal vez están tratando de escuchar porque esa nefasta membrana esponjosa está creciendo en sus oídos. El diagnóstico y tratamiento tempranos son cruciales. El fluoruro puede retardar o volver más lento el daño ocasionado por la otoesclerosis coclear.

La cirugía puede remover los crecimientos. El martillo, el yunque y el estribo pueden ser reacondicionados o reemplazados. Los aparatos auditivos, los amplificadores telefónicos y otros dispositivos pueden ayudar a restaurar algo del oído.

Organizaciones como la Comisión Texas para los Sordos y Débiles Auditivos, y la Autoayuda para los Débiles de Oído (SelfHelp for the Hard of Hearing), proporcionan gran cantidad de información acerca de los recursos y el apoyo.

Lo más importante es saber que esta pequeña y nefasta enfermedad existe. Cuando un doctor le diga que no hay ninguna razón para su dolor de oídos, para sus problemas de equilibrio o para su pérdida menor de audición, insista en que él o ella descubra la razón, o usted encuentre a otro(a) doctor(a). Si yo lo hubiera hecho hace muchos años, tendría seguramente mucho mayor sentido del oído del que tengo ahora. *Por Juanita Fletcher, Trabajadora Social de Niños

Fuente: www.tsbvi.edu, imagen de www.fotolia.com